jueves, 16 de octubre de 2008

EL SECRETO MASONICO.


Un comunicante anónimo, ha dejado un comentario en la anterior entrada, animándome a explicitar mi opinión en relación con el secreto masónico.

Bien, para entrar en materia transcribiré párrafos de tres libros, que considero que contemplan el asunto desde tres ópticas diferentes y que -en mi opinión- son reveladores de la realidad del secreto masónico en nuestros días.
 
En el diccionario Akal de Francmasonería, (Ediciones Akal S.A. 1997) cuyo autor es Juan Carlos Daza (desconozco si es o no masón), se dice en la entrada a SECRETO:
 
"El Secreto es tal vez el aspecto más destacado y controvertido de la Fracmasonería desde la óptica exterior. El secreto masónico no es más que una parte de su simbólica, a la vez que una etapa en el camino iniciático. Podemos decir que existen dos tipos de secretos: los que pertenecen a la tradición masónica y se mantienen para preservar esa tradición, a la vez que forman parte de su simbólica; y el secreto que sólo es percibido por el iniciado, el cual no se concede ni se transmite, sino que lo vive cada uno de forma singular, siendo por tanto intransferible. Así diremos que el secreto masónico tiene varios planos de aplicación:

- El secreto que juran guardar todos los masones, referente a no poder desvelar la identidad de otros hermanos, ya que la pertenencia a ella es de ámbito puramente íntimo y personal, y sólo uno mismo debe juzgar el interés por hacer conocer su condición de masón.

- El secreto ritual, por el que no puede desvelarse el contenido de los trabajos del interior de la logia, de forma similar a cómo un Estado, una confesión religiosa, un consejo de administración tiene su secreto operativo. Este secreto hace al Taller más cohesionado y virtual, sus trabajos, dentro del plazo de lo sagrado, lejos de los condicionamientos sociales de lo vulgar.


- El secreto iniciático, aquel que se circunscribe como el fenómeno personal intimo de la conciencia, que conduce al hombre nuevo de la recepción hacia el ser completo de la iniciación, transcendiendo su condición humana. Esta experiencia será ininteligible para quién no esté preparado, quién no sólo no lo comprenderá, sino que, con toda seguridad, lo desfigurará. Este es un secreto intransmisible por naturaleza.

- El secreto de cada grado son las enseñanzas simbólicas específicas del grado, y que sólo se transmiten al llegar a éste, momento en el que se está preparado para comprenderlas y recibirlas".

Jean Mourgues (masón francés), en su libro El Pensamiento Masónico (Kompás Ediciones S.L., 1997), escribe:

"En cierta medida, el misterio que rodea a las deliberaciones masónicas sólo se justifica ante los ojos de los profanos por la voluntad de preservar designios inconfesables y, en la medida en que dichos objetivos inconfesables jamás han sido revelados, declarados, reconocidos por ningún masón enterado, se saca la conclusión no de que el secreto no existe -al menos bajo esa forma-, sino de que se trata de un secreto de segundo e incluso de tercer grado, que la mayoría de los masones ignoran y que, en la masonería, el poder está en manos de individuos tan bien protegidos y capaces de maquinaciones tan profundas y misteriosas que nadie sabe a ciencia cierta de qué se trata.
 
Grave cuestión, una buena fábula.

Hay que centrar la situación de inmediato: el secreto del conocimiento no es el conocimiento de un secreto, es el conocimiento de una técnica, de un lenguaje y de un método. Hace tiempo que se repite la evidencia por la cual un tratado de álgebra, o un esquema de un circuito integrado, son misterios profundos e impenetrables para quienes no son especialista en la materia y que es absolutamente imposible para alguien no iniciado penetrar en un secreto divulgado de esa forma. No es necesario volver a retomar el tema.

Pero quizás resulte útil subrayar la forma en que los francmasones se toman las acusaciones que se les hacen.

Oswald Wirth decía a Lantoine: No tenemos nada que temer al revelar la verdad, nadie la cree.

Y aún podríamos añadir una broma a esta afirmación decepcionada: ¿qué diferencia hay entre un secreto que nadie conoce y un secreto que no existe?.

 
Hay, de hecho, una diferencia entre un secreto que nadie conoce y un secreto que no existe: siempre se puede tener la esperanza de descubrir el secreto ignorado, pero el otro secreto, el que no existe, agotará los esfuerzos de todos los que intenten encontrarlo.

 
Ahí no hay dudas: lo importante es buscar. Pero en la medida en que el francmasón dice que lo que busca es la verdad y la justicia, la paz y el amor, significa que no posee el secreto que las proporcionan. Wirth tiene razón, la mejor manera de disimular la verdad es decirla.


No obstante, no resulta inútil intentar definir en qué está vinculado simbólicamente el trabajo masónico al secreto y por qué esa noción de secreto desempeña un papel considerable en la andadura iniciática.

 
De pasada, es necesario observar que en las logias del siglo XX, ya no se trata de ningún secreto.

A propósito del secreto, como a propósito de todas las nociones significativas, hay distintos niveles de acceso. Es natural que el primero cuya importancia hemos de poner de relieve es el que manda la tradición. Los francmasones jamás han renegado de sus orígenes operativos. La tradición de los oficios, que se remonta a los orígenes más remotos, nos obliga a tomar en cuenta los datos elementales del secreto. El secreto es el know how, es el conocimiento de las cosas, es el dominio de una técnica. El secreto es siempre la habilidad que nos hace triunfar. Es la riqueza de quién sabe hacer las cosas.

 
Los maestros del fuego, los maestros del hierro, los cazadores, los pescadores, todos los que, tras pacientes pruebas y búsquedas constantes, por medio de descubrimientos personales o transmitidos, por un privilegio tribal, conocen recetas, técnicas, habilidades manuales o capacidades particulares, han conservado como una virtud, un poder y una riqueza el conocimiento adquirido".
 
En el libro LA MASONERÍA (Alianza Editorial S.A., Madrid, 2001, 2002) escrito por D. José Antonio Ferrer Benimeli, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza y presidente del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española; dice este autor:
 
"4. Juramento y secreto.

De los antiguos albañiles (maçons) de la Edad Media, se conservaron ritos de iniciación, entre ellos el famoso juramento y secreto que tanto han dado que hablar a los que se han ocupado de la masonería. Las características de los juramentos exigidos en las logias de Londres, Berna, Amsterdam, Roma, etc., coinciden en su formulación. Estos juramentos contienen explícitamente aquellas causas a las que se someten. Propiamente dicho no son otra cosa que una promesa revestida de formalidades, que no la hacen ni más terrible, ni más sólida, sino que solemniza su prestación con un aspecto teatral destinado a grabar un recuerdo permanente que impida su no cumplimiento.

El juramento y secreto masónicos son fruto de la más genuina tradición inglesa.

 
La fórmula del juramento, según un catecismo de la francmasonería de Berna del año 1740, dice así:

 
""Prometo bajo mi palabra de honor no revelar jamás los secretos de los masones y de la masonería que me van a ser comunicados bajo el sello del arte. Prometo no esculpirlos, ni grabarlos, ni pintarlos o escribirlos sobre ningún objeto. Además, prometo jamás hablar nada contra la religión, ni contra el Estado, ayudar a socorrer a mis hermanos en sus necesidades y según todo mi poder. Si faltare a mi promesa, consiento en que me sea arrancada la lengua, cortada la garganta, atravesado el corazón de parte a parte, quemado mi cuerpo y mis cenizas arrojadas al viento para que no quede ya nada mío sobre la tierra, y el horror de mi crimen sirva para intimidar a los traidores que fueran tentados de imitarme. Que Dios sea en mi ayuda"".

 
Más o menos de este tenor son también los juramentos utilizados por los masones españoles a comienzos del siglo XIX, y que se conservan en el Archivo de Palacio entre los papeles reservados de Fernando VII. Aquí la nota dominante, aparte de las clásicas fórmulas conminatorias finales, es la expresa y reiterativa declaración de fidelidad al rey y a la religión.

 
""Además, juro que siempre seré fiel súbdito del Rey y de la Constitución establecida en mi país, nunca permitiendo ni moviendo controversias, disputas, ni cuestiones sobre asuntos políticos ni religiosos dentro de la logia; pues desde ahora conozco que son muy ajenas y contra el espíritu y esencia de la verdadera masonería, siendo su único fin establecer la sana moral, cultivar las ciencias, ser justo y benéfico y caritativo en cuanto permitan mis circunstancias, y sobre todo sostener los sagrados derechos del Rey y ser obediente a los mandatos del Gobierno y preceptos de la religión"".

Las terribles amenazas con que se conmina al perjuro -muestra evidente, para muchos, de la gravedad del secreto y de los fines de la masonería- en realidad no son otra cosa que la fórmula del juramento exigido por las leyes inglesas de los siglos XVII y XVIII, donde se amenaza al perjuro con las penas destinadas al culpable de alta traición. Es decir, arrancarle y quemarle las entrañas y arrojarle al mar, a la ""distancia de un cable, allá donde el flujo y reflujo`pasan dos veces en veinticuatro horas"", fórmula que todavía se utilizaba en el siglo XIX, al igual que el lord-alcalde de Londres, en el siglo XX, también lleva en las grandes solemnidades la misma peluca que sus antepasados de los siglos XVII y XVIII".

 
Pues bien , acabo de plasmar tres opiniones sobre el secreto masónico: una metafísica, otra de un masón racionalista y la tercera de un científico.

Queda a vuestro libre albedrío optar por alguna de ellas, o por ninguna, claro.
 

Mi opinión ha quedado plasmada a lo largo del blog y, especialmente en la entrada sobre la INICIACIÓN MASÓNICA, en la que decía algo similar a:

 
Ese secreto era real, para los antiguos albañiles constructores del gótico, que preservaban para sí mismos esos conocimientos, que les permitían desarrollar su trabajo y, que sólo transmitían a sus aprendices, una vez que estos habían demostrado a lo largo de los años su predisposición para el oficio, así como la adquisición de la habilidad manual para ejercerlo. Ese era el único secreto de la masonería operativa, cuyos últimos detalles y técnicas, sólo se transmitían en la ceremonia en la que los aprendices eran elevados al grado de compañero.

Por otra parte, la masonería para no tener que publicitar a qué se dedican, justifican esta actitud, (que según publican, es sólo "discreción"), comparándose a los consejos de administración de sociedades y organizaciones similares, que tampoco -también según ellos- publicitan sus deliberaciones.

Sin embargo, quizás alvidan intecionadamente, que esos consejos de administración, toman decisiones que posteriormente tienen reflejo en su devenir e influyen en su entorno y, por ello, para bien o para mal, son conocidas, después de tomadas,  por la sociedad en que se incardinan.

En mi opinión, esa ausencia de publicidad, es sólo debida a la absoluta carencia de posicionamiento de la masonería, en las sociedades en las que "operan".

Es decir, para que las personas ajenas a la masonería, pudieran conocerla y saber "a que dedican su tiempo libre", sería aconsejable que lo masones manifestaran cual es el "latido" que les anima a perseverar en sus ideas. Quizás no lo hagan, ya que íntimamente son conscientes de que esas ideas son obsoletas.
 
Así de simple y de diáfano. Sin embargo, cuando la masonería especulativa se constituyó en 1723, utilizó esos datos históricos, sobre el secreto operativo de los franc-masones, para a partir de ellos, crear la actual masonería, magnificándolos, ensalzándolos y haciendo pivotar sobre la iniciación y el secreto, todo el humo que venden, y que al parecer, no tienen intención de dejar de vender, con lo cual seguirán ocupándose de sus propios ombligos, sin mirar hacia la calle, que es donde están los ciudadanos y los problemas de nuestros días, que nada tienen en común con las normas que se dieron si mismas un grupo de personas en 1723. Normas obsoletas en su mayor parte, e inoperativas para cualquier organización que pretenda incardinarse en la vida de los que lo necesitan.

 
Saludos cordiales.


P/S:



En mi opinión, en la actualidad el único secreto que posee la masonería es más prosaico. Se trata de la estadística de sus afiliados y del trasiego de los que se afilian y abandonan ésa organización.

Conocer esas estadísticas, así como las causas que provocan las entradas y los abandonos en la organización, sí sería desvelar un secreto masónico.

Ejemplo: En la logia a la que estuve afiliado, en un momento determinado llegamos a ser 19 miembros, y dos meses después éramos solamente 13, número que se incrementó a 15, para bajar a 12 en los siguientes tres meses.


Powered By Blogger

Datos personales

Mi foto
Me autodenomino LIBREPENSADOR, ya que sigo el pensamiento de JOHN STUART MILL, cuando en su libro SOBRE LA LIBERTAD (1859)dice: SI TODA LA ESPECIE HUMANA NO TUVIERA MÁS QUE UNA OPINIÓN, Y SOLO UNA PERSONA TUVIERA LA OPINIÓN CONTRARIA, NO SERÍA MÁS JUSTO EL IMPONER SILENCIO A ESTA SOLA PERSONA, QUE SI ESTA SOLA PERSONA TRATARA DE IMPONÉRSELO A TODA LA HUMANIDAD, SUPONIENDO QUE ESTO FUERA POSIBLE.