lunes, 2 de mayo de 2011

MASONERÍA: SUS FILOSOFÍAS.-

El paradigma de una de las  falacias que la masonería difunde en la WWW, así como en libros y folletos, es sin lugar a dudas la relacionada con la  Filosofía de la Masonería, a la que aluden –sin excepción- en singular; sin embargo, esa praxis atenta contra la más elemental de las éticas, pues deberían hacerlo en plural; o al menos, advertir a sus potenciales lectores/oyentes que  les exponen la filosofía personal e intransferible de esa persona o grupúsculo.
 
 
Desde luego, en mi opinión, a ninguna mente lógica le es posible admitir que 145 ritos masónicos diferentes, y tropecientas mil organizaciones masónicas distintas,  puedan tener una única  filosofía, tal y cómo los masones pretenden y difunden en sus soflamas; de ahí el plural que utilizo al titular esta entrada

Por ello - para mantener la falacia, también es un hecho fácilmente comprobable-  los masones utilizan constantemente adverbios que les son absolutamente necesarios para la calculada ambigüedad que les distingue, y con la que se instalan cómodamente en el relativismo cultural que les es tan grato (buen ejemplo de esa ambigüedad y  de retórica masónica perversa, es el coloquial  “bueno…bueno, habría que definir, etc.”  transcrito en la entrada de este blog: ANTIMASONERÍA EN LA...MASONERÍA). 

Esas estrategias –vitales para su supervivencia- unidas a la existencia de los citados 145 ritos masónicos distintos y a las cientos de obediencias masónicas tan dispares entre sí,  y que según sus propias nomenclaturas son: regulares, regulares adogmáticas, irregulares adogmáticas (con ése “apellido” implícitamente están denigrando a las demás) mixtas y femeninas, y yo añado…mediopensionistas, son las que inevitablemente propician y/o son causa de la proliferación de LAS FILOSOFIAS DE LAS MASONERIAS.

Por todo ello y dada la inflación actual de filosofías masónicas, deberían hablar de filosofismo, vocablo más acorde con la proliferación  de ritos y doctrinas citadas, pues como todos sabemos; cuando se instala la inflación, el “dinero”  no vale nada.

Aún cuando no actúen así, ello no es óbice para  que los masones sean conscientes del –para ellos- grave problema que conlleva la existencia de múltiples Filosofías de las Masonerías.

Esa es la razón por la  que han intentado en diversas ocasiones, aunar criterios tan dispares con el objetivo de conseguir  la unión de todas las masonerías en una única organización. Uno de esos intentos fue la creación por parte de 12 “potencias masónicas”, de Clipsas; y la primera resolución  que tomó dicha organización, fue la de reconocer que  todos los acuerdos tomados bajo ése paraguas organizativo, tienen el mismo rango doctrinario que  las Constituciones de Anderson de 1723; pues bien, en una de esas reuniones, -quizás la primera- la celebrada en Estrasburgo el 22-01-1961,  acordaron solemnemente, entre otras cosas:

1.- que es imperioso restablecer entre todos los francmasones la Cadena de Unión rota por lamentables exclusivismos contrarios a los principios de las Constituciones de Anderson de 1723.

Es público y notorio que aún no lo han conseguido, y que previsiblemente, dados sus exclusivismos, individualismos,  personalismos y ansias de poder de todos y cada uno de los dirigentes de esas “potencias masónicas”, difícilmente  lo conseguirán, al menos si atendemos a las declaraciones efectuadas por un  gran consejero de una de esas potencias masónicas, con motivo de la fundación del Espacio Masónico Ibérico en mayo de 2009 y, que circulan por Internet: No somos perfectos. La masonería también es pasto de luchas fratricidas, ambiciones, desconfianza y hasta de la mediocridad.

Y no puedo por menos que añadir, como testigo de esas luchas, que los responsables son los autodenominados “gurús”, que se encuentran mas cómodos con sus reinos de taifa (léase: logia con enfrentamientos  entre los propios miembros y con los vecinos inmediatos, y “hermanada” con las que están a 1000 kms. de distancia); “reinos” que les permiten diseñar la orientación filosófica que a ellos les apetece y que como es lógico, acaba desembocando en el repetido filosofismo, pues, ninguna filosofía seria puede contener tantísima grosera metafísica como a ellos les conviene.

Esos disvalores, que tan acertadamente enumera el citado gran consejero (tan abundantes en la masonería, según su propia reflexión y mi propia experiencia) son los que pueden leerse en la carta que publiqué en la entrada antes citada: ANTIMASONERÍA EN LA…MASONERÍA.

Continuando con la reunión de Clipsas de 1961.

ESTIMAN
 
Que el hecho de colocar los trabajos bajo la invocación del Gran Arquitecto de Universo y, exigir que una de las Tres Luces sea un Libro Sagrado de una religión revelada debe ser dejado a la apreciación de cada logia y de cada Obediencia.

De ahí, que en el masonismo tenga tomada carta de naturaleza la ceremonia de la confusión, así como el maremágnum mental que se produce, cuando los recién incorporados,  se percatan de ello.

3ª.- El Llamamiento de Estrasburgo se basa en el principio de Absoluta Libertad de Conciencia. Ése principio aplicado a la masonería significa que cada masón, cada logia y cada Obediencia tienen plena libertad para interpretar individual y colectivamente la tradición y el método masónico, ya sea conforme a un principio espiritualista, ya sea conforme a un principio racionalista, ya sea como una sociedad iniciática (…) masculina, femenina o mixta.

Por ello,  está totalmente justificado el que, antes o después, cualquier  persona sensata que -confundida  por sus publicaciones- haya ingresado en la masonería, se haga la siguiente pregunta:

¿Somos galgos o podencos, o todo esto es una pamplina?

En ciertas Obediencias, las logias invocan al Gran Arquitecto del Universo; en otras esta práctica es facultativa. En ciertas  logias, un libro considerado como sagrado está abierto sobre el Altar; en otras, no.

Aquí se manifiesta de nuevo, el “todo vale” de la masonería y de ahí, que aparezcan, como consecuencia inevitable, los  distintos y diversos filosofismos.

Las Potencias Masónicas así reunidas están convencidas de que el respeto a la libertad de conciencia de cada uno y una total tolerancia mutua son las condiciones fundamentales del trabajo masónico.

Remito una vez más a la  carta antes citada. Allí, puede  comprobarse que los masones, en su día a día no practican –ni de lejos- la filosofía que pomposamente ellos mismos diseñan y publican, es decir la masonería que un día fue, actualmente está instalada en la distopía.

Las únicas condiciones que la Masonería acepta son las basadas en las calidades morales e intelectuales de los candidatos; en cuanto al resto, proclamamos la libertad absoluta de conciencia, la igualdad de todos los seres humanos y la necesidad de los lazos de fraternidad entre ellos.

Insisto, y aún con mis más expresivas disculpas, no puedo por menos que remitirles una vez más a la repetida carta; en ella, podrán releer cómo practica el masonismo la fraternidad y el respeto a los pensamientos y opciones personales del Otro; que no lo olvidemos conforma  una filosofía de vida. La citada carta es paradigmática, ya que en ella puede leerse el catálogo completo de todas las falacias que practica la masonería que conocí.

Asimismo, en las páginas Web de dos obediencias masónicas, he leído:

El universalismo masónico responde bien a la opinión de aquellos que desean que el mundo entero pueda participar de los ideales de la Masonería (y por tanto, que éstos puedan ser propagados por el mundo entero), bien a la opinión de aquellos que piensan que los masones del mundo entero deberían mantener relaciones de amistad y de mutua fraternidad (lo que no resulta totalmente evidente), bien, finalmente, al deseo de la gran mayoría de los masones de ver una unificación de los diferentes grupos que integran la Masonería, si no a escala planetaria sí al menos en algunos países.

Llegados a este punto, entiendo que es obligado preguntarse ¿si tienen “ideales masónicos”, porqué motivo niegan que tengan una “doctrina masónica”?. Y ¿si se tienen prohibido a sí mismos el proselitismo?, por que razón desean que los ideales de la masonería puedan ser propagados por el mundo entero. Algo que por otra parte, ya vienen haciendo desde sus páginas en la WWW.

Me repito una vez más, ¿galgos o podencos? y también, ¿qué filosofía es ésa que dice una cosa y... la contraria?

En cuanto a las primeras frases de la citada declaración de intenciones, claramente  denotan con ellas su deseo de lograr la uniformidad mental del “mundo entero”; ello unido a un implícito y trasnochado optimismo filosófico, -según el cual, si la humanidad sigue la doctrina masónica, alcanzará la felicidad- consiguen que  esas proposiciones desprendan un cierto tufillo totalitarista, y como todos sabemos, el mayor enemigo del pensamiento y de la libertad, son los dogmatismos; ¿Dónde queda aquello de libertad, igualdad y fraternidad?.

Por otra parte y para constatar otro de los filosofismos masónicos, conviene recordar ahora al ínclito autor del “ensayo” que circula por Internet, titulado “Vigencia de la Masonería”,  en cuyo último párrafo –que ahora transcribo aquí- explicita ese filosofismo, además de decantarse por la uniformidad de pensamiento, tan “necesaria” para que los gurús masónicos continúen siéndolo.

En un mundo que corre hacia una globalización brutal, donde la multiculturalidad será probablemente uno de los factores que más transforme el tono de nuestra vida cotidiana, pienso que la capacidad mediadora que subyace en el método masónico cobra una especial vigencia que no podemos permitirnos desdeñar en un escenario tan explosivo como el que estamos viviendo, en el cual, si la masonería pretende mantener su vocación mundialista es evidente que tendrá que seguir trabajando en pos de la instauración de valores transculturales que todos los protagonistas puedan aceptar de partida, y esto deberá pasar obligatoriamente por un ejercicio de mediación cultural que lleve implícito la revisión de nuestras creencias más profundas y de nuestros apriorismos más ocultos.

Ante todo, habría  sido  ilustrativo para las personas con menor cociente intelectual que el suyo, que el autor nos hubiera expuesto la validez científica de su aserto: “la capacidad mediadora que subyace…”, pues mi comprensión sólo alcanza a compartir que, todo aquello que no puede ser verificado o refutado, carece de significación. Así mismo, resultaría esclarecedor conocer cuales son, según él, “nuestras creencias mas profundas y nuestros apriorismos más ocultos”, proposición que debería definir exactamente para conocer que quiere decir; de lo contrario, es obligado calificar a  ésa frase de significado flotante.
 
Dejando a un lado esa “capacidad mediadora y creencias profundas” , podemos comprobar –como antes decía- que en ése “ensayo” aparece otra  filosofía masónica trasnochada: la  defensa del  multiculturalismo,  que subliminalmente unida al filosofimo del buenismo hipócrita –tan de moda entre los "progres"-,   pretenden convencer con ambas doctrinas a propios y extraños que aceptando el multiculturalismo se alcanzará la cohesión social entre personas de identidades étnicas y religiosas diferentes.

Y no debemos olvidar aquí, al hablar de las distintas filosofías de la masonería a Fichet, el filósofo y masón, quien para combatir el racionalismo de Spinoza, inició el idealismo transcendental alemán; filosofía que establecía finalidades en la historia y, que provocó y cobijó a las ideologías totalitarias.

Obviamente los masones no lo reivindican explícitamente -aún cuando algunos "maestros" lo recomiendan- y si lo hacen en alguna de sus páginas web, ocultan el papel principal que dicha filosofía tuvo en las tragedias de los primeros 50 años del siglo XX.

Y llegados a este punto, permítanme una digresión.

Es una evidencia fácilmente verificable  hasta la saciedad, que a lo largo de la historia el multiculturalismo siempre ha resultado  un rotundo fracaso, y que su única “conquista" ha sido la de constituir guetos.

Guetos en los que se refuerza el rechazo a la integración, así como a no respetar las normas del país de acogida, y donde impera la violencia contra las mujeres ejercida en base a  costumbres arcaicas,  al mismo tiempo que demandan (en muchos casos con métodos violentos) el reconocimiento íntegro de su cultura de origen por parte de la sociedad de acogida, y que sea ésta, la que abandone las propias.

Esa es la filosofía de vida que defiende el relativismo cultural del masonismo, al posicionarse a favor del multiculturalismo, utilizando para ello la citada ideología  del buenismo (sería interesante conocer quién ha copiado de quién semejante filosofía) que tanto daño ha causado a los intereses generales de España, como todos sabemos.

Es decir, proponer el respeto a ese relativismo cultural, obliga a quienes creemos en la dignidad de todos los seres humanos, a plantearnos las siguientes dudas:

¿Hemos de aceptar en nuestra sociedad  la ablación del clítoris?
 
¿La discriminación de las mujeres, a las que se les niega la educación cuando finalizan su pubertad?
 
¿El sometimiento total de la mujer al varón, sea padre, hermano o marido?
 
¿La obligación de casarse con quién su familia decida o los crímenes “de honor”, si se niegan a casarse con ése hombre?
 
¿Las agresiones a los homosexuales?

Si una norma –cualquiera, incluso religiosa- no puede ser universalizada no es moral. Quizás resulte obvio manifestar que la anterior reflexión no es de mi coleto, es de D. Manuel Kant. Sin embargo, hace años que la adopte como verdadera y, es mi creencia.

Por ello, en mi opinión, defender ese  relativismo cultural es denigrarse a sí mismo, ya que su práctica afecta negativamente a la vida de seres humanos y, de ahí que en la inmigración, la sociedad civil de acogida deba atreverse a decir alto y claro que esas costumbres no son aceptables, que no se tomarán en consideración en ningún supuesto y, desde luego, que alentar ése filosofismo en aras de una vocación mundialista, es atentar contra los derechos humanos.

Es decir, no es posible como propone el autor de tan sesuda reflexión, ninguna “mediación cultural que lleve implícito la revisión de nuestras creencias más profundas…”, con quienes amparados por su cultura, atentan contra la dignidad de personas de esas mismas culturas, por otro lado tan evidente que hasta él debería entenderlo así.

Pues bien, esa actitud de reconocimiento de atavismos culturales, es el filosofismo que el “buenismo” masónico está propugnando en el párrafo transcrito, buen ejemplo de  relativismo cultural –como decía al principio- tan querido por el masonismo, dado que ese eclecticismo les permite intentar “mojar en todas las salsas”, aún cuando nunca lo consigan, lo cual no es obstáculo para que a posteriori se atribuyan todo tipo de méritos ajenos. ¿Conoce Vd. alguna iniciativa política, económica, social, etc. etc., de la masonería? Ellos se las atribuyen todas, si atendemos a otras soflamas en la red.

Por supuesto que todas las personas juiciosas optan por el pluralismo, pues, con él, se suprimen los guetos físicos, que a su vez facilitan la desaparición de los psíquicos, en cuyo momento se produce la integración real de culturas y no los apartheid que propicia el multiculturalismo; para todo aquél que esté interesado en dicha propuesta y desee conocerla, le recomiendo la obra de Giovanni Sartori y, concretamente el libro titulado “La sociedad multiétnica, pluralismo, multiculturalismo y extranjeros”.

De ahí, que sea un axioma: la única opción válida para la instauración de valores, es la democracia. Y afortunadamente, por ella están luchando los pueblos árabes (según “mis noticias” sin ayuda de la masonería), pues, la democracia es pluralismo político, que a su vez propicia el cultural.

¡Ojala triunfe esa primavera árabe!,  que debería comenzar con la equiparación  jurídica de hombres y mujeres, como al parecer ocurrirá en Túnez con las próximas elecciones legislativas y sus “listas cremalleras”. Mi deseo es que el resto de pueblos árabes, alcancen ésa meta y se sacudan las dictaduras y teocracias que vienen padeciendo.

Y alejándonos de la erudición y del despotismo intelectual del mencionado gurú masónico;  también está colgado en Internet un ensayo con el titulo “Humanismo y Masonería”, en el que específicamente se trata de la filosofía de la masonería y, con todo el respeto para su autor,  -que nos dice que la masonería no tiene una filosofía que la identifique y que sólo existen  filosofías “sobre” la masonería- debo argumentar que cualquier plasmación de la actividad humana  se basa en alguna filosofía –la que fuere-, por lo que al no poder identificar cual es la auténtica filosofía de  la masonería, ni tampoco  cuales son las que no poseen “pedigrí”,  toda ésa pléyade de filosofías “bastardas”, deben ser denominadas -como antes decía- filosofismos.

En ellas (se refiere a las Constituciones de Anderson) se dice que: “el amor fraternal es el cimiento de esta Antigua Fraternidad –Deber VI, 6-, lo que es propio de toda comunión u Orden.

La “Fraternidad” supone una “igualdad” en la dignidad, que es compatible con la diversidad de funciones. Porque los “hermanos-tipo” tendrían que ser libres, iguales y solidarios.

Este es uno de los “límites de fondo” que en ese ensayo, se dicen que  “son los que importan a la Filosofía. Esa es una bonita teoría filosófica –sobre el papel- que los masones nunca cumplen, y de ahí que se convierta en filosofismo; y si no lo creen Vds. así,  que se lo pregunten al autor de la  carta de renuncia citada con anterioridad.

Otros párrafos que considero interesantes en dicha conferencia y que denotan, sin lugar a dudas, que se está refiriendo a UNA DE LAS MUCHAS FILOSOFÍAS DE LAS MASONERÍAS, son los siguientes:

La Masonería, en principio, (en el medio y al final...ya veremos) aparece como una institución filantrópica, aconfesional, que proclama la libertad, la igualdad y la fraternidad, que toma sus símbolos de la arquitectura y que cree en el Gran Arquitecto del Universo.

Este eufemismo para referirse a lo sobrenatural, es decir a un ser superior, nos dice que al creer en él, la masonería no es aconfesional, ya que las creencias en seres superiores son, en román paladino, una religión.

Por supuesto que otra plasmación de esa filosofía, es el ritual que escenifican cuando algún masón fallece, y al que denominan: Ritual de Paso al Oriente Eterno.

Con ése ritual, además de ser un ejemplo más del sincretismo incongruente de la Masonería, ésta evidencia su arcaísmo, ya que a estas alturas del siglo XXI, siguen proclamando la lógica aristotélica, según la cual, creen en el progreso con sentido de finalidad, que es el verdadero significado del ritual, al igual que hacen todas las religiones.

Y llegados a este punto, es necesario rendirse a la evidencia, en relación con la flagrante dicotomía que presenta la tan publicitada Filosofía de la Masonería, pues, necesariamente, no pueden ser iguales, las filosofías que creen en un ser superior, que aquellas otras que no lo hacen, como ocurre en LAS MASONERÍAS; dicotomía que no saben como resolver, por lo que siguen proclamando a bombo y platillo, que: ¡¡¡A PESAR DE LAS DIFERENCIAS, LA MASONERIA ES SOLA UNA!!!.

Como se ve por estas indicaciones, la Masonería es una realidad muy compleja, que, a quienes son externos a ella, les puede parecer bastante confusa.

“Explicatio non petita, acusatio manifiesta”, aún cuando ésa reflexión honre a su autor. Más que compleja, es ecléctica en su filosofismo y sincrética en sus rituales y símbolos, ya que como antes he dicho “moja en todas las salsas”, sin saber a que carta quedarse, por lo que además de confusa es difusa.

La masonería, como se sabe, no tiene dogmas, ni una filosofía oficial, ni, mucho menos aún una teología.

Insisto, en cuanto a dogmas, ¿cómo se podrían denominar  los mandatos que contienen sus famosas Constituciones?

Y por supuesto que si tienen “una teología”, pues, ¿Cómo si no denominar a cuanto se desprende de sus Principios, los cuales hacen –todos ellos- hincapié en el ejercicio de las virtudes?

Lo que tiene son “formas expresivas” que se desprenden de sus rituales, los cuales son, en principio, de carácter simbólico.

A estas formas hay que atribuirles un “fondo” expresivo, que es lo que sería la filosofía “de” la Masonería”.

¿Qué es un “fondo expresivo” o un “limite de fondo”?. Metafísica, para no decir nada y que parezca que dicen “todo”. Es decir solo son significados flotantes, de uso común y recurrente en la metafísica masónica. El autor, que conocerá  la “Crítica de la razón pura” de D. Manuel Kant, sabe también que ésa obra supuso la ruptura frente a la tradición defensora de la metafísica como prototipo de conocimiento.

La Masonería no tiene una voz oficial única, como la tiene la Iglesia, con el Papa y los Concilios.

Claro que sí tienen Papa –o Papisa-, pues cada obediencia está regida por un/a Gran Maestro, que actúan  como si lo fueran y desde luego, si tiene Concilios, ya que son numerosas las asambleas que para concordar posturas, y con denominaciones varias (Llamamiento de Estrasburgo, Clipsas, Manifiesto Atenas 2000, Espacio Masónico Ibérico, etc. etc.) celebran los masones de distintas obediencias.

También, cada obediencia  tiene un órgano denominado Supremo Consejo del Grado 33, que viene a ser un concilio permanente. Dichos consejos están formados por conspicuos masones de los “altos grados”, quienes con rimbombantes títulos (1) se ocupan de diseñar el filosofismo que ha de utilizar la obediencia en cuestión.  Otra cosa es, como antes decía, que los personalismos que dividen a la masonería plasmen en las logias otros filosofismos, así como que tengan una voz única.

En un sentido amplio, la filosofía oficial llama “esotéricas” a las doctrinas que no pueden reducirse a la razón crítica, como las del ocultismo, la magia, el animismo y otras similares.

Evidentemente entre las otras similares se encuentra la Masonería; por ello, si su filosofía “no puede reducirse a la razón crítica”, es lícito preguntarse: ¿qué tipo de filosofía es aquella que no procede de la razón crítica? Mi respuesta: el filosofismo.

El mismo autor, nos informa sobre otra de las Filosofías de la Masonería: se refiere a la corriente masónica seguidora de Réné Guénon, quién defendía  la implantación de las castas, pues, afirmaba que no todos los seres humanos son iniciables, es decir, preconiza la separación de clases, entre las élites (ellos mismos) y los parias (el resto de los seres humanos); obviamente la metafísica del tal Guénon se basa en una determinada filosofía hindú, y en el inefable Platón, además de en  todo tipo de fuentes de inspiración esotérica, por lo que –me repito- dicho totum revolotum, sería más adecuado denominarlo como: FILOSOFISMO.

Y  traigo a colación ése filosofismo místico, al recordar que en su día tuve trato con masones seguidores de Guénón, o al menos,  imbuidos de ésa doctrina mística -de la que extraen “su” FILOSOFIA DE LA MASONERIA-, y a la que consideran como “dogma de fe”; y les puedo asegurar a Vds., que cuando esas personas disertan sobre su “masonería mística e intimista”, no es fácil permanecer a su lado demasiado tiempo.

Por ello, entiendo que es lícito preguntarse si el “conocimiento masónico” –ése que tanto proclaman- no alcanzará a “conocer” que existió alguien llamado Charles Darwin, considerado como uno de los científicos de mayor prestigio mundial  en la historia de la Humanidad,  el cual, con su teoría revolucionó el auténtico Conocimiento Humano, por las implicaciones filosóficas que la Teoría de la Evolución contiene.

Asimismo, como todos sabemos,  el objetivo primordial de los pensadores que desarrollaron e impulsaron la Ilustración, fue el de liberar la mente humana de las supersticiones y enseñarle a pensar y a razonar por sí misma, así como a aplicar las lecciones de la ciencia, como guía para construir una buena sociedad y una buena vida. Pues bien, la masonería que se autoproclama heredera de la Ilustración, en absoluto practica las sanas normas antes citadas.

Es decir, llega a ser una evidencia para los que se acercan a las masonerías, la  pretensión de reinterpretar los esquemas de esos individuos,  en términos de los esquemas mentales que tienen establecidos esas organizaciones; es decir, para ingresar en las masonerías, has de renunciar a las ideas y creencias que te han conformado a lo largo de tu vida y, esa sí es la única premisa que es común a todas las masonerías que existen. Al actuar así, las masonerías obligan a creer que su moral es la correcta y, por tanto, que las otras morales son erróneas.

En román paladino, esa es la filosofía en que se basan todas las sectas y religiones, y eso hacen las masonerías: imponer su despotismo intelectual para configurar y dominar las vidas y las cosmovisiones de sus miembros, manteniendo las mentes de sus aprendices subordinadas mediante sus símbolos y rituales, a los que atribuyen significados que suelen encontrarse en todos los folletos y libros de autoayuda, tan en boga en nuestros días y a disposición de todos nosotros en librerías y grandes almacenes.

Por todo ello, si realmente tuvieran y utilizaran algún tipo de ética,  deberían denominar a su doctrina como masonismo, para desarrollar la cual utilizan el filosofismo; si así lo hicieran no inducirían a confusión.

Es decir, vemos que la multiplicidad de filosofías masónicas, es la que origina el que las masonerías sólo puedan definirse a sí mismas, con lo que NO son, es decir, están permanentemente negando que sean “chicha o limoná”; ahí va un ejemplo.

Como antes he mencionado, en mayo del 2009 cuatro obediencias masónicas crearon el Espacio Masónico Ibérico, con dicho motivo circulan por Internet unas entrevistas realizadas a los Grandes Maestros de esas obediencias masónicas y, esto es lo que dice uno de ellos.

En masonería no buscamos personas de cierta clase, o poder económico, o posición social: damos importancia a los valores, a los principios del humanismo. No somos una secta: no hay gurús, a nadie se le dice qué tiene que pensar.

Me repito: “explicatio non petita, acusatio manifiesta” y, -también- con mi mayor respeto a su alta magistratura masónica, he consultado el  DRAE, que  como acepciones de la palabra SECTA, dice:

  • Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica.
  • Doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra.
  • Conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles de una religión que el hablante considera falsa.
Y en la segunda acepción de IDEOLOGIA, nos dice:

  • Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona,        colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso, o político, etc.
Finalmente, dos acepciones del DRAE para el vocablo DOCTRINA:
 
Enseñanza que se da para instrucción de alguien.
  • Conjunto de ideas u opiniones religiosas, filosóficas, políticas etc., sustentadas por una persona o grupo

Es decir, blanco y en botella…

 
¿Por qué niegan lo evidente y cual es su pretensión al hacerlo?

 
En mi opinión, esa postura es debida a que aún cuando en su nacimiento la masonería se concibió como una utopía,  con el paso de los años, ha derivado en una distopía, expresión ésta acuñada por John Stuart Mill, para designar a las utopías perversas donde todo transcurre de manera opuesta a la ideada en el principio.

 
Y para finalizar, deseo dejar meridianamente claro que las críticas vertidas a lo largo y ancho de este blog sobre la masonería, nunca han cuestionado su derecho a existir, otra cosa son las falacias que utilizan para la captación de incautos.  Desentrañar y exponer en la medida de mis posibilidades -pues no siempre se sabe expresar bien lo que bien se concibe- esas falacias, ha sido el objetivo de éste blog.

 
No comparto lo que dices, pero defenderé con mi vida tú derecho a expresarlo. Voltaire.

 
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(1).- Príncipe de Jerusalén.
        Soberano Príncipe Rosa Cruz.
        Real Hacha o Príncipe del Líbano.
        Jefe del Tabernáculo.
        Caballero de la Serpiente de Bronce.
        Gran Inspector, Inquisidor, Comendador, etc., etc.,

Así hasta 30 denominaciones distintas  en 2 determinados ritos. En otros ritos, tienen 4, 12, 15, 22…, con títulos parecidos ( siendo el común denominador de todos ellos, las “titulaciones”  que reflejan sus inalcanzables ansias de “poder y nobleza”).


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Me autodenomino LIBREPENSADOR, ya que sigo el pensamiento de JOHN STUART MILL, cuando en su libro SOBRE LA LIBERTAD (1859)dice: SI TODA LA ESPECIE HUMANA NO TUVIERA MÁS QUE UNA OPINIÓN, Y SOLO UNA PERSONA TUVIERA LA OPINIÓN CONTRARIA, NO SERÍA MÁS JUSTO EL IMPONER SILENCIO A ESTA SOLA PERSONA, QUE SI ESTA SOLA PERSONA TRATARA DE IMPONÉRSELO A TODA LA HUMANIDAD, SUPONIENDO QUE ESTO FUERA POSIBLE.